Trevor Baylis: El ingenioso inventor de la radio a cuerda

Trevor Baylis, aunque no tan conocido como otros grandes inventores, dejó una marca indeleble en la tecnología con su radio a cuerda. Su invención, motivada por el deseo de impactar positivamente en comunidades desfavorecidas, se convirtió en un emblema de cómo la creatividad y el ingenio pueden abordar problemas globales.

Desde muy joven, Baylis mostró un gran interés por la ingeniería y la mecánica, creando pequeños inventos y demostrando su talento innato para resolver problemas técnicos. A los 15 años, abandonó la escuela para iniciar su carrera como aprendiz de ingeniero, una decisión que marcaría el inicio de una vida dedicada a la innovación.

La inspiración para la radio a cuerda

Se inspiró para crear la radio a cuerda al darse cuenta de la necesidad de medios de comunicación en África para transmitir información sobre el sida. Observó que muchas comunidades no tenían acceso a electricidad ni baterías, lo que dificultaba la difusión de mensajes cruciales para la salud pública. Esta observación lo llevó a desarrollar una radio que pudiera funcionar sin necesidad de baterías, utilizando un mecanismo de cuerda.

La creación de la radio a cuerda

En 1991, Baylis creó el primer prototipo de su radio a cuerda en su taller en Londres. La radio, alimentada por un generador accionado por una cuerda, permitía a las comunidades sin acceso a electricidad escuchar programas de radio. Aunque enfrentó muchos obstáculos, su invento ganó notoriedad tras ser presentado en el programa de televisión Tomorrow’s World, atrayendo la atención de inversores y fabricantes.

En 1994, Baylis fundó Freeplay Energy para producir la radio a cuerda. La Freeplay Radio fue un éxito en África, ayudando a difundir mensajes sobre el VIH/SIDA y en áreas sin energía. Baylis fue reconocido mundialmente y nombrado CBE en 1997 por su contribución a la innovación y la humanidad

Trevor Baylis siguió innovando hasta sus últimos años. A pesar de problemas de salud y una fractura de cadera que limitó su actividad, su legado como inventor y humanitario permaneció fuerte. Falleció el 5 de marzo de 2018, a los 80 años, dejando una lección sobre cómo la creatividad puede resolver problemas globales.