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Mobility
Mobility is undergoing transversal changes due to the replacement of traditional vehicles powered by fossil energy. We face major challenges in this area, such as vehicle autonomy and safety, intelligent traffic management and autonomous driving.
The automotive industry is undergoing unparalleled change. The adoption of new technologies such as electric and hydrogen mobility creates interesting opportunities for all players. Changes that must always be taken from the point of view of sustainability, with renewable energies as a source of energy.
One of the most important points is focused on the autonomy of vehicles using high-power batteries and autonomy. Related to these are the charging stations, a crucial point for the expansion of this technology and which is based on two levels, i.e., private charging stations for homes and public charging stations. In addition, the new paradigm that comes with smart cities dedicates many spaces to pedestrians, bicycles and other types of electric vehicles that promote a healthier lifestyle and reduce emissions.
The arrival of artificial intelligence on the scene enables a new era in mobility: Smart mobility. This trend brings sustainability as it enables a much more efficient management of all resources and processes. Vehicles have especially benefited from connectivity (IOT) in both the individual and collective spectrum. Thanks to this model, the efficiency of the transportation infrastructure has been increased by using sensors to collect data, real-time monitoring and signaling systems that adapt to the traffic conditions at any given moment, involving the population through access via mobile devices.
All these technologies mentioned above are having visible effects in the short and long term: reduction of greenhouse gas emissions into the atmosphere, reduction of noise pollution and heat emissions, and shorter travel times, among many other benefits.
En el campo de la movilidad y de los edificios inteligentes, los datos que se recogen tienen que ver con el consumo energético, los hábitos, las horas que dedicamos a estar en casa o en la oficina, o la conducción eficiente. Pero también pueden definir cuántas personas viven en una casa, su sexo y aficiones, cuánto tardan en llegar al trabajo, y un sinfín de predicciones que pueden comprometer nuestra vida privada.
Edificios y movilidad cero emisiones son dos de los principales objetivos que la Comisión Europea se ha propuesto a corto plazo para remodelar el plan energético en Europa con políticas e iniciativas muy contundentes. Tanto, que los planes de renovación para implantar la movilidad eléctrica y convertir todo tipo de edificios en inteligentes ya tienen fechas, metas y propuestas concretas.
Uno de los países que más destaca en la producción de energía solar en la actualidad, es la India. Con más de 1.366 mil millones de personas, en 2020 contaba con 35 de las 50 ciudades más contaminadas del planeta y Nueva Delhi, era la capital más contaminada del mundo. Por esta razón están impulsando una serie de innovadoras iniciativas basadas en la energía fotovoltaica.
¿De dónde viene la energía para cargar los vehículos eléctricos? De nada sirve tener a disposición coches o autobuses que no necesitan combustibles fósiles si para generar la energía se sigue emitiendo CO2 a la atmósfera. Es necesario que todos los puntos de la cadena sean igual de sostenibles para tener un modelo energético realmente funcional. En este sentido la energía solar fotovoltaica podría tener un papel decisivo como lo tiene en otros puntos de la transición energética ya que es la más avanzada en tecnología, totalmente renovable y se está adaptando con éxito a multitud de áreas.
La tendencia más notable es la de la carga inalámbrica. Multitud de aparatos ya se pueden cargar con métodos de inducción depositando los objetos sobre una base encargada de darles energía. Pero es cierto que este avance solo supone eliminar la preocupación del cableado. Las nuevas miras están puestas en la alimentación remota.
Como sociedad urge transformar el modelo energético prescindiendo ya de la innovación en cuanto a coches dependientes del petróleo y todas las esperanzas y avances científicos están puestos en la electricidad y en el hidrógeno verde. Aunque hay variedad de opiniones sobre lo que “es mejor” o lo que acabará imperando predomina el discurso de que en cuestiones de transporte estas dos versiones van a convivir varias décadas
En la actualidad, ya se cuenta con vehículos totalmente dependientes de las energías renovables y la electricidad augurando un futuro sostenible para una de las principales industrias consumidoras de petróleo: el transporte. Los coches, los camiones y el transporte público llevan la delantera en el uso de electricidad para funcionar, pero la ambición de esta industria está llegando al transporte aéreo.
Uno de los obstáculos más destacados en este sector es la disponibilidad limitada de algunos nuevos materiales que se están utilizando para el cambio del modelo energético en general. Pero hay que tener en cuenta que es una industria emergente con muchos desafíos y una conciencia clara de que no se puede cambiar de un modelo contaminante a otro, sino que debe tener un equilibrio real.
En el escenario post pandemia no se puede olvidar que el objetivo principal de las ciudades inteligentes no es otro que la aplicación de las nuevas tecnologías para optimizar los recursos y mejorar las infraestructuras y la calidad de vida de las personas. Este concepto también procura una adaptación a los efectos del cambio climático recogiendo datos en tiempo real para conocer qué problemas atañen a una sociedad y cómo se puede mejorar en el menor tiempo posible.
El virus covid-19 ha entrado a formar parte de la crisis económica y se ha convertido en un factor de la recesión mundial que estamos viviendo en este momento. Si apenas estábamos viendo luz respecto a la recuperación económica, el coronavirus ha detenido todo aquello que estaba remontando. Pero es cierto que unos sectores se han resentido más que otros.
La industria petrolera es un ejemplo de ello. La competencia entre Arabia Saudí y Rusia en la guerra de precios y extracción de petróleo, bajó los precios a niveles inesperadamente bajos provocando una primera crisis en la venta del crudo
