La agricultura ya es inteligente gracias a la energía agrovoltaica

Una vez más la energía fotovoltaica es una solución para uno de los principales problemas de los sectores industriales que se está volviendo cada día más inteligente en nuestras sociedades como es la agricultura. La energía agrovoltaica es conocida como la energía solar o fotovoltaica que se une al sector agrícola para que las producciones tengan un gasto energético basado en tecnologías renovables.

Cada vez es más común encontrar campos, invernaderos o naves para ganado que gozan de un sistema de producción solar con el que abastecen su consumo de energía obteniendo importantes beneficios. Es una sinergia perfecta, ya que el sector se beneficia de energía limpia siendo capaz de producirla sin ocupar un espacio o suelo extra.

Supone un importante ahorro para los agricultores y ganaderos que dejan de pagar elevadas facturas de luz por el mantenimiento de sus cosechas y animales y en algunos países adelantados en la técnica, ya cuentan con beneficios fiscales para su uso e instalaciones, tarifas de impuestos reducidos y la posibilidad de reembolso monetario por verter los excedentes energéticos a la red convencional si los hubiere.

Cada vez es más común el autoconsumo en instalaciones agrícolas./Shutterstock
Cada vez es más común el autoconsumo en instalaciones agrícolas./Shutterstock

El campo, por su masificación, la competencia de productividad y precios en el mercado global, así como por la necesidad del uso de químicos, es un sector cada vez más afectado económicamente que se ve obligado en muchas ocasiones a bajar el rendimiento o la calidad por motivos de competencia. Ahora, gracias a los invernaderos solares por ejemplo, se consiguen reducir los costos de producción beneficiando directamente a los productores.

Las instalaciones agrovoltaicas suelen presentarse de dos formas:

Sistemas de soportes fijos, donde se colocan los paneles solares a una altura aproximada de cinco metros sobre el suelo dejando espacio para que las maquinarias puedan trabajar y los cultivos puedan crecer.

Invernaderos solares. Característicos por presentar celdas solares en el tejado, no son ni mucho menos un invento del siglo XXI, pero si han cobrado una importancia especial en los últimos años por los avances y la bajada de precios en la tecnología fotovoltaica para autoconsumo.

Las ventajas de la energía agrovoltaica están transformando la agricultura tradicional en inteligente ahorrando mucho dinero en producción reduciendo al mismo tiempo las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Vivimos en un momento en el que para los consumidores es cada vez más importante que los productos que nos rodean sean sostenibles y de calidad. De igual modo se ha convertido en un punto importante que los animales destinados al consumo humano tengan una vida digna y gocen de condiciones saludables, por lo que asegurar una cadena productiva sustentable aumenta la calidad de los cultivos y de los productos finales.

Cada vez es más la preocupación de las personas por la calidad de vida de los animales destinados a consumo./Pixabay
Cada vez es más la preocupación de las personas por la calidad de vida de los animales destinados a consumo./Pixabay

Estas instalaciones traen consigo medidas muy interesantes como la instalación de hoteles y nidales de insectos beneficiosos para los cultivos así como para polinizadores, consiguiendo un proceso natural y eliminando gran parte de los pesticidas químicos y herbicidas. Para favorecer la biodiversidad se han diseñado vallados perimetrales naturales con vegetación autóctona que permiten el paso de las aves y la explotación de colmenas o crías de otros animales en el entorno rural entre otras medidas.

La fácil instalación de los sistemas de producción de energía fotovoltaica, ha favorecido su adaptación para los sistemas de riego solar que necesitan energía para bombear o almacenar el agua haciendo las instalaciones aún más independientes y autónomas. Gracias a los sistemas de monitorización que van implícitos en las instalaciones solares se consigue controlar mejor y en tiempo real el consumo de la extensión agrícola y se pueden detectar anomalías o fallas evitando pérdidas en el largo plazo.