Entre las muchas de las alternativas que se están llevando a cabo para mitigar el cambio climático se encuentra el denominado secuestro de dióxido de carbono. Este proceso se materializa mediante dos vertientes: una de ellas natural y la otra con proyectos realizados por los seres humanos.
Ambos procesos tienen el mismo principio básico basado en la captura de carbono del ambiente y su posterior almacenamiento quedando así retenido. El proceso natural o biológico se da cuando el CO2 queda almacenado en los suelos, océanos, ambientes acuáticos en general y en la vegetación materializada como por ejemplo en pastizales o zona boscosas.
Estos ecosistemas son por tanto reguladores naturales que ayudan a alcanzar una neutralidad en los niveles de carbono de la atmósfera, pero están resultando insuficientes ya que el nivel de emisiones es mucho mayor que la capacidad de absorción de la tierra. Solo los océanos son capaces de retener el 25% de huella de carbono que deja la humanidad. Otro 25% es capturado por los bosques y las zonas con vegetación en general, y los suelos pueden secuestrar otro porcentaje mediante la fotosíntesis de las plantas.
Como es evidente, alrededor del 45% del carbono se queda en la atmósfera terrestre contribuyendo al aumento de las temperaturas en el planeta y es por eso que se están implementando acciones de secuestro geológico del gas. Estos proyectos consisten en capturar el carbono del ambiente y almacenarlo en formaciones geológicas o rocas del subsuelo. El carbono capturado se emplea de muchas maneras como materia prima (aunque aún son procesos poco estandarizados e integrados en la normalidad de la reducción del cambio climático) como por ejemplo en la producción de grafeno. Dicho compuesto es utilizado para la creación de pantallas de smartphones y otros dispositivos tecnológicos.
También es recurrente utilizarlo en la creación de moléculas diseñadas para crear nuevos compuestos capaces de capturar carbono del ambiente por sí solas, aunque por el momento la mayoría se encuentran en fase experimental. La llamada captura directa del aire o DAC, es un conjunto de métodos para filtrar directamente el carbono del ambiente con plantas de una tecnología muy avanzada.
Uno de los mayores desafíos para esta industria es el de implementar energías renovables en el uso de dichas plantas ya que consumen bastante energía para secuestrar el carbono por lo que todavía no resulta beneficioso a gran escala implantar este tipo de industria, pero su evolución está siendo asombrosamente rápida por la gravedad del problema ambiental.
Esta eliminación del carbono del aire es indispensable que se desarrolle a la par que la reducción del uso de combustibles fósiles, ya que son la mayor fuente de contaminación atmosférica. En este sentido las políticas de compensación son insuficientes porque los niveles de emisiones no se reducen realmente, sino que se pretende nivelar lo que una industria puede generar con acciones que lleven a eliminar esa cantidad de carbono siendo por el momento notablemente insuficientes, ya que son acciones nuevas que no cuentan con una medición fiable.
Pero sin duda es un buen síntoma de que la sociedad avanza en el proceso de descarbonización ver cómo las alternativas a los combustibles fósiles y las opciones para mitigar el cambio climático desde la eliminación del carbono, se están desarrollando en tiempo récord para frenar la crisis climática.