La energía limpia lidera el presente y el futuro de las redes

¿Es posible que una ciudad viva 100% de las renovables? Por supuesto que sí. Ya se cuentan más de un centenar de ciudades sustentadas por la energía limpia pero el estado australiano de Tasmania ha ido un paso más allá. Su gobierno declaró que la isla se ha convertido en uno de los pocos estados del mundo alimentado en su totalidad por electricidad de origen renovable siendo por ende autosuficiente. Los proyectos más importantes para esta labor son principalmente eólicos e hidroeléctricos.

Aunque la historia energética de Tasmania siempre ha estado ligada a las renovables ya que desde finales de 1800 contaban con energía hidroeléctrica, también dependía en parte del gas y del carbón. Estas dos fuentes las han ido sustituyendo con estrategias políticas por energía eólica para independizarse de los combustibles fósiles, objetivo que ya han conseguido alcanzar.

Pero Australia no es una excepción. Muchos países ya han avanzado considerablemente en su transición energética consiguiendo establecer mix energéticos 100% generadores de energía renovable, entendiendo que esta cifra se mantiene por temporadas, ya que las fuentes de momento son un tanto intermitentes, razón por la que se está poniendo en valor la importancia del almacenamiento.

Islandia, país dependiente del petróleo y del carbón hasta la década de los 70 transformó su mix energético basándose en las fuentes renovables domésticas y a día de hoy toda la energía generada en el país ya es hidroeléctrica y geotérmica procedente de sus volcanes. Su sistema de calefacción para todas las viviendas funciona 100% con esta energía.

Noruega es otro ejemplo de transformación gracias a la energía hidroeléctrica que genera más del 95% de la energía demandada en el país nórdico. También apuestan por la eólica, la solar y los bio-combustibles con los que pretenden revolucionar el transporte entre sus fronteras.

Costa Rica ha demostrado también que es perfectamente viable sustentar la necesidad de energía en la hidroeléctrica, eólica, geotérmica, biomasa y solar, atendiendo ya el 99% de la demanda de electricidad con estos medios. Pero si hablamos de América Latina no podemos descartar a Uruguay que en 2018 fue el primer país del continente en producción de energía eléctrica renovable alcanzando un 97% de su demanda.

Aunque la alimentación energética de un país basada en las energías renovables por el momento es intermitente con algunas excepciones como Noruega, el objetivo sigue en el horizonte. La posibilidad de almacenar los excedentes energéticos es la clave para resolver este problema. Esto debe ir acompañado de fomentar el autoabastecimiento de los ciudadanos, el apoyo por parte de los gobiernos y la política pública hacia las empresas del sector y la implementación de nuevas tecnologías y modificaciones en nuevos edificios y en la red eléctrica convencional.

No hay que olvidar que los núcleos urbanos emiten el 70% de las emisiones de todo el mundo de gases de efecto invernadero y su transformación es fundamental para el avance de la lucha contra el cambio climático. Algo que tienen en común ciudades como Basilea en Suiza o Reikiavik en Islandia, es que se han convertido en centros de innovación tecnológica para encontrar métodos que reduzcan las emisiones y contribuir a la creación de sistemas energéticos mejorados más sustentables.

Otro factor importante es que el precio de la energía solar y de la eólica ya compite con el precio del carbón entrando en el mismo mercado. Esto permite eliminar el obstáculo económico en el proceso de la descarbonización. Con estas maniobras se hacen posibles casos como el de Burlington, en el estado estadounidense de Vermont, una ciudad que obtiene toda su energía a través de una combinación de plantas solares, hidráulicas, eólicas y de biomasa, invirtiendo en empresas locales y fomentando el autoabastecimiento hacia los ciudadanos. Ya han conseguido establecer su propia red eléctrica sustentable.