La controvertida geoingeniería contra el cambio climático

El concepto de geoingeniería lleva ya un tiempo en controversia dentro del panorama científico. Se trata de un conjunto de técnicas diseñas para paliar los efectos del cambio climático mediante alteraciones en el clima. Utilizan básicamente dos estrategias para que la tierra y la atmósfera acumulen y absorban menos calor: la absorción de dióxido de carbono del aire, y el reflejo de la luz solar. Entidades como la NASA o la Royal Society han investigado esta rama de la ciencia como alternativa para reducir los efectos del cambio climático ante los ineficientes resultados de las medidas utilizadas hasta ahora, basadas en políticas de emisiones y reducción de la contaminación.

Pero no ha sido hasta ahora que la geoingeniería ha pasado a un primer plano. Por primera vez el gobierno de los EE.UU ha destinado recursos económicos para la investigación de ésta técnicas y comprobar su efectividad. Como toda nueva ciencia, implica una serie de riesgos que aun se están valorando y no falta quienes advierten que los efectos climatológicos pueden ser contraproducentes ya que todavía no hay muchos resultados sobre estas prácticas, pero es algo que todavía tendremos que esperar para averiguar.

Por el momento, la captura de carbono de la atmósfera cuenta con una gran aprobación científica y ya está en el discurso de soluciones para combatir la subida de la temperatura planetaria como un ejercicio obligatorio. No obstante, la geoingeniería solar es la parte más polémica de esta práctica y tiene un debate más abierto. Esta técnica tiene como premisa aumentar la reflectancia de las nubes de las costas para que reboten los rayos solares y disipar las formaciones nubosas de tipo cirro que atrapan más el calor.

Según las estimaciones de los estudios que se han realizado hasta ahora, podría servir también para proteger arrecifes de coral o zonas con importantes capas de hielo. La forma de hacer esto efectivo, es mediante el rociado de partículas reflectantes tanto en las nubes como sobre estas superficies y en la estratosfera, según el objetivo que se pretenda alcanzar.

Esta creencia se terminó de asentar (aunque se lleva hablando de geoingeniería desde los años 60) a finales del 2006 cuando el Premio Nobel y estudioso del agujero de la capa de ozono Paul Crutzen, puso atención en esta técnica como posible solución para la reducción de la temperatura de la tierra, basándose en que la naturaleza ya había demostrado que esto era posible. En 1991 la erupción del Monte Pinatubo en Filipinas provocó este efecto reflector de la luz en las partículas arrojadas a la atmósfera y se puedo medir un descenso de medio grado en la temperatura de la tierra.

Aunque ya se han realizado varios experimentos a pequeña escala de geoingeniería, este año podría ser el gran año para esta ciencia y el impulso que estaba necesitando para expandir los conocimientos. Estados Unidos va a realizar una inversión de casi 1,5 billones de dólares para investigación. El programa incluye a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) para monitorear e investigar la estratosfera, y de qué forma las técnicas empleadas van a influir en el clima, así como sus consecuencias. Además, incluye también intervenciones climáticas solares y la aprobación de algunas prácticas para inyectar material en la estratosfera. Pero la mayoría del proyecto es para conocer más a nivel teórico.

Instituciones como la Universidad de Harvard ya tienen proyectos programados dentro de este campo científico para saber más sobre las partículas reflectoras y sus efectos en el clima. Con estos nuevos estudios se espera averiguar si realmente estas técnicas son viables para la lucha contra el cambio climático, y la comunidad científica ya ha advertido que de igual modo tenemos que seguir reduciendo las emisiones y la contaminación, pues no es una vacuna para la subida de la temperatura sino más bien, una medida desesperada.