Los átomos de telurio: el nuevo ADN de los transistores

El telurio es un material de la familia de los calcógenos perteneciente al cómputo de materiales extraídos de las denominadas tierras raras,  que apunta a que va a revolucionar la industria informática en los próximos años. Investigadores de las universidades de Purdue, la tecnológica de Michigan, la de Washington en St Louis y la Universidad de Texas en Dallas financiado por el cuerpo militar estadounidense, ha desarrollado el transistor más pequeño del mundo. Estos transistores se cuentan por miles en una computadora que los utiliza para procesar la información. A mayor número de transistores, mayor es la velocidad de procesamiento de la computadora.

Los que actualmente ocupan este mercado están hechos de silicio y tienen un tamaño de entre 10 y 20 nanómetros. Una de las revoluciones impulsadas por el telurio, es que su equivalente de este material ocupa nada más que dos nanómetros, lo que daría lugar a más transistores por aparato debido a la disminución del espacio que ocuparía cada nanotubo. Joe Qiu, el gerente del programa militar que ha financiado e impulsado esta investigación declaraba que este avance va a suponer una informática muchísimo más rápida y eficiente con un menor consumo energético, lo que lo hace muy interesante para los fines del ejército.

El equipo de investigadores descubrió que el material tiene la forma de hélice del ADN unidimensional, y que encapsulado en un nanotubo de nitruro de boro puede actuar como un transistor de efecto de campo con un grosor muy fino. Los científicos redujeron el material a un estado tan pequeño como una sola cadena atómica para transformarlos en transistores o nanocables ultrafinos.

Esto fue posible gracias a que los átomos de telurio no son rectos como los del silicio, sino que se asemejan más según las declaraciones del equipo en la publicación que hicieron en Nature Electronics, a la forma de una serpiente, lo que les permitió cultivar cadenas unidimensionales de átomos de telurio. Al examinarlas se dieron cuenta gracias a imágenes de microscopía electrónica de transmisión, que se movían formando cadenas helicoidales parecidas al ADN y se acumulaban gracias a la fuerza de las llamadas interacciones de van der Waals, formando el cristal de telurio.

Este comportamiento atómico hace que el nuevo material resulte óptimo para los nanocables unidimensionales, ya que es más sencillo encajarlo en un nanotubo. La investigación concluyó con la construcción exitosa de un transistor de este material recubierto en un nanotubo de nitruro de boro, que aísla de forma muy eficaz el telurio.