El mundo actual está viviendo una de las crisis más importantes a nivel mundial. La guerra desatada por la invasión de Rusia a Ucrania ha supuesto un impacto directo sobre los precios de la energía y los alimentos.
El impacto más fuerte se trata del abastecimiento de gas, pues supone un 40 % de la importación para los países de la Unión Europea. Además, el gas es la materia principal para la producción de hidrógeno que se utiliza para crear amoniaco, el ingrediente principal para los fertilizantes nitrogenados, del cual Rusia es el principal exportador del mundo.
Todo ello provoca que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) advierte de las consecuencias de la guerra puede generar una crisis alimentaria global, además de añadir las consecuencias del cambio climático en las cosechas. Tanto la producción del grano y los fertilizantes, a parte del gas, se ven amenazados por la guerra.
Sin embargo, puede abrirse una nueva oportunidad a esta crisis y es la posibilidad de sustituir el gas natural por un tipo de hidrógeno limpio, renovable y sostenible: el hidrógeno verde. Una situación totalmente necesaria por la dependencia que existe sobre Rusia, lo que abre las puertas hacia la incursión de la energía renovable de una vez por todas.
Este proceso puede suponer que oportunidad única en los países que se han desarrollado por energías renovables o que han hecho una transición a las energías limpias, pues pueden abrir un nuevo sistema de economía global verde. Ello generaría que el uso del hidrógeno verde o países que necesitan amoniaco, puedan utilizar un amoniaco limpio, dejando de lado las materias contaminantes.