El impacto del virus Covid-19 está afectando a todas las economías y sociedades del planeta. Los países latinoamericanos tienen importantes ventajas y desventajas que conviene tener en cuenta respecto a como va a ser la nueva normalidad energética y social tras la pandemia unida a la crisis climática actual. La idea general que impulsa el pensamiento Smart City tiene que ver con que hay que aprovechar la crisis en la que estamos inmersos para que la recuperación sea en un marco más sostenible con un desarrollo acorde con las necesidades humanas y ambientales.
Y es que varios países latinos son especialmente vulnerables a los efectos del cambio de temperatura global como se percibe en los efectos de los llamados desastres naturales como inundaciones o huracanes, y los costos de recuperación de tales eventos climáticos suponen un importante esfuerzo. Por ello en muchas partes del continente se está afrontando la reconstrucción económica desde un enfoque más adecuado a la hora de equilibrar la desigualdad social y afrontar los retos que plantean los objetivos ambientales.
La comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL) asegura que en esta zona habrá un descenso del 9% del PIB, una destrucción aproximada de 8,5 millones de empleos y el cierre de 2,7 millones de empresas. Esto pone en evidencia que el sistema socioeconómico actual es deficiente ante un evento crítico como el que estamos viviendo, por lo que muchas instituciones internacionales animan a mirar hacia el futuro planeando una reconstrucción con estándares sostenibles en todos los sentidos para recuperarnos de una posible recesión económica severa transformando nuestras infraestructuras para un crecimiento inclusivo y sustentable.
La transición energética es clave para comenzar a construir este inmediato futuro y supone una de las ventajas en América Latina ya que, si se evalúan todos los países del continente en conjunto, la mayor parte de la electricidad que consumen ya la extraen de fuentes renovables. Pero en este contexto climático impredecible la energía hidroeléctrica, una de las más fuertes en el territorio, podría verse afectada por la variabilidad del clima.
Esto está suponiendo el alza de las energías solar y eólica que están recogiendo importantes inversiones experimentando un crecimiento líder a nivel mundial para los próximos 5 años. Pero no son las únicas. Chile por ejemplo está apostando muy fuerte por energías como el hidrógeno verde, la auténtica revolución de las renovables, y ha supuesto que el país sea el actual líder regional en materia de sostenibilidad.
En este delicado equilibrio, se puede analizar el panorama latinoamericano en dos vertientes. Los países como Chile o Costa Rica que apuestan muy fuerte por las renovables y por el progreso social que va unido a ellas, y la compuesta por aquellos que son productores en hidrocarburos. Solo con un vuelco global y una demanda energética coherente en todos los campos, podremos abordar la transformación que supone en estos países productores para que no queden fuera del círculo económico y puedan competir en el mercado con nuevas inversiones más adecuadas a los nuevos tiempos.