La fuente más importante de dióxido de carbono (CO2) atmosférico son las plantas terrestres. Una vez estas mueren, gran parte de su carbono orgánico vuelve a la atmósfera. No obstante, una pequeña parte vuelve a los ríos y océanos, donde se acumula en los sedimentos marinos. El enterramiento y almacenamiento de este carbono orgánico en los sedimentos marinos puede reducir los niveles de CO2 atmosférico de la Tierra y, por lo tanto, regular su ciclo climático durante períodos de escalas de tiempo geológicas.
Un nuevo estudio ha determinado el volumen de dióxido de carbono acumulado en el período Cretácico Superior, hace 75 millones de años, en la cuenca de Magallanes, en el sur de Chile. Para calcular las tasas de enterramiento de carbono a escala geológica, los investigadores reconstruyeron las dimensiones del delta y cuantificaron el contenido orgánico de muestras de roca, combinando esta información con su propia datación de rocas, que habían realizado previamente.
El estudio titulado: «High rates of organic carbon burial in submarine deltas maintained on geological timescales», demuestra en sus resultados que casi 100 megatoneladas de carbono orgánico se almacenaron en esos sedimentos hace miles de años. Además, explican que en las zonas deltaicas son grandes almacenes naturales de carbono orgánico continental del planeta y reguladoras climáticas. Por ese motivo, los países con deltas deberían tener más presente la preservación y conservaciones de esos territorios, sobre todo, por el contexto actual de cambio climático, aumento del nivel del mar y pérdida sedimento por los embalses.