Los investigadores advierten que los consumidores de los países desarrollados más prósperos deben aceptar restricciones en su consumo de energía, reduciéndolo en un 20% para alcanzar los objetivos internacionales sobre cambio climático. El desafío crucial radica en determinar la forma más justa y equitativa en la que los gobiernos pueden llevar a cabo la reducción de la demanda energética, un proceso conocido como «reducción de la demanda energética».
El proyecto investiga diferentes escenarios para buscar una solución. El equipo de científicos dirigido por Milena Büchs de la Universidad de Leeds ha planteado la propuesta de establecer un límite del 20% para los consumidores de energía, logrando que aquellos con bajos niveles de consumo y bajos ingresos puedan aumentar sus niveles de consumo para mejorar su calidad de vida.
En dicho estudio establecen diferentes rangos de valores para saber que consumen los individuos. Los investigadores analizan datos de 27 países europeos para calcular la efectividad de esta estrategia de reducción de la demanda energética. Según sus conclusiones, se lograría una reducción del 11,4% en las emisiones de gases de efecto invernadero en las fuentes de energía domésticas, un 16,8% en el transporte y un 9,7% en el consumo total de energía.
Los datos del estudio se adquirieron de la Encuesta Europea de Presupuestos Familiares de 2015, que incluyeron 275.614 hogares. El gasto de los hogares y los datos del conjunto de datos Exiobase fueron utilizados como sustitutos del consumo de energía y las emisiones.
Según los expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, la disminución de la demanda de energía podría generar entre el 40% y el 70% de las reducciones de emisiones necesarias para alcanzar los objetivos de 2050.