Europa eliminará 1 millón de toneladas de CO2 del aire por año

Para el año 2026 está prevista la inauguración de la planta más grande de Europa para capturar dióxido de carbono y depositarlo en el mar del Norte desde Escocia. Según el pronóstico, esta planta podría eliminar hasta un millón de toneladas métricas al año del gas de efecto invernadero, y podría servir para generar créditos de carbono compensatorios para las industrias que todavía no pueden operar evitando totalmente la contaminación, como la agricultura o la aviación.

Como es habitual, una de las grandes preguntas es cuánto dinero cuesta eliminar tales cantidades de CO2 del aire, pero la realidad climática es que no estamos para ponerle precio. Este gran proyecto ha sido propuesto por las compañías Carbon Engineering y Storegga Geotechnologies, y su pretensión se basa en aprovechar las abundantes energías renovables del noroeste de Escocia para reubicar el dióxido de carbono capturado en lugares cercanos en alta mar.

Los directivos de la propuesta afirman que no tienen la certeza del precio final por tonelada capturada pero que, al igual que el resto de industrias nuevas como en su día pasó con las renovables en origen, es un mercado que se irá perfeccionando y adaptando para su implantación exitosa. Llegar a unos costos competitivos y realistas para empresas y gobiernos es el objetivo ineludible de estas macroinstalaciones. En este paradigma un estudio de la Universidad de Harvard en EE.UU. determinó que una vez el mercado se asiente el precio por tonelada rondará entre 94 y 232 dólares.

El punto de equilibrio razonable sería estancar los precios alrededor de los 100 dólares si tenemos en cuenta que los grandes corporativos del país norteamericano pagan una media de entre 65 y 110 dólares por el CO2 utilizado con fines comerciales. Si esto se hace realidad, esta técnica podría eliminar entre el 10% y el 20% de las emisiones de difícil eliminación compitiendo con el precio de capturar el dióxido de carbono antes de que salga de las industrias.

Actualmente el panorama todavía dista un poco de esa realidad a la que aspiramos y el precio de la captura de carbono oscila entre 500 y 600 dólares por tonelada según la empresa suiza Climeworks, dedicada a la captura directa de aire. Pero no significa que no se puedan lograr estos objetivos con unas tasas de aprendizaje efectivas y exitosas. La prueba fehaciente es tangible en la energía solar que logró reducir en un factor de 10 los costes de producción mientras que aumentaba 1.000 veces su capacidad de escala productiva. A mayor aprendizaje, menor tiempo para reducir costos y mejorar la tecnología y a día de hoy siguen bajando los precios de multitud de componentes y de equipos destinados a utilizar la luz solar como energía.

Aun así, la apuesta no es solo por esta planta de gran envergadura sino por la recolección de CO2 de la atmósfera en general. Inglaterra incluye esta técnica para reducir a cero sus emisiones iniciando la década de los 50 y afirman que la necesitan para compensar las emisiones que no se puedan detener para entonces. El gobierno inglés ya ha empezado a financiar diferentes teorías y prácticas que fomenten la implantación de la captura de CO2 como solución a largo plazo.

La ventaja de la gran planta europea es que se espera que tenga unos resultados similares a otra de la misma empresa que se instalará en Texas iniciando el 2024. Se prevé la eliminación como mínimo de media tonelada por año pudiendo crecer hasta completar la tonelada en el mismo periodo. En un entorno en el que se buscan cada vez más industrias que se alejen de la contaminación, un buen primer paso es contar con plantas que puedan limpiar más el aire de lo que las empresas difíciles de resolver como el acero o el cemento pueden contaminar. Toda acción reductiva en un momento de crisis como el que vivimos en cuestiones climáticas, es más que necesaria.