Así es la segunda vida de las baterías de los coches eléctricos

El reciclaje en torno a las energías renovables va dejando de ser un misterio y cada vez son más las innovaciones que nos permiten reutilizar los componentes para que no se conviertan en deshechos. Las baterías de los coches eléctricos en la actualidad duran aproximadamente unos 10 años en lo que a vehículos de tipo familiar se refiere, y unos cuatro en los automóviles de transporte público como autobuses y taxis. Pero muchas empresas automovilísticas aseguran que, aunque después de este plazo las baterías ya no van a servir para transportar personas, pueden seguir siendo útiles hasta diez años más.

Si hablamos de baterías de iones de litio se calcula que serán unas 3,4 millones las inservibles para el año 2025, y se estima que para el 2040 más de la mitad de la venta de los automóviles nuevos serán eléctricos (o al menos sin combustibles fósiles), lo que pone un punto de urgencia en el debate de cómo se van a reutilizar o gestionar sus baterías. Pero afortunadamente vivimos un buen momento para pensar en ello, ya que se está generando todo un mercado muy rentable de segunda vida de este tipo de productos, consiguiendo abaratar los costos de producción de los productos iniciales (en este caso, de los coches eléctricos).

Y es que no hay que olvidar que la piedra angular de las renovables es el almacenamiento. El mercado es enorme, y cada vez más sistemas necesitan almacenar energía y no solo la movilidad. Por ello, las baterías retiradas de los vehículos eléctricos se están utilizando para tareas menos demandantes como el almacenamiento de energía de paneles solares y turbinas eólicas, acumulación de energía en redes regulares, y todo tipo de soluciones ingeniosas.

En un complejo de apartamentos en la ciudad de Gotemburgo, Suiza, se instalaron varios módulos de baterías recuperados de coches de la marca Volvo para almacenar la energía de los paneles solares instalados en la azotea que es utilizada para el funcionamiento de los ascensores e iluminación de las áreas comunes.

En Inglaterra hay proyectos similares para hogares y escuelas con baterías Renault, y las extraídas de un modelo de Nissan contribuirán a la iluminación pública de las calles de Namie, en Japón. Toyota no ha querido quedarse fuera de este mercado y gran parte de sus baterías usadas irán a parar a los establecimientos de 7-Eleven, donde servirán también para almacenar energía solar que se usará en los diferentes dispositivos de las tiendas. Se estima que el costo energético se puede ver reducido hasta un tercio con este tipo de acciones.

Cuando las baterías de los vehículos eléctricos son retiradas, todavía son capaces de retener entre el 50% y el 70% de su capacidad inicial, por lo que sería un desperdicio no aprovecharlas en otros ámbitos. Además, se pueden reciclar rescatando las materias primas, dando otro ciclo económico al mismo producto. Para un funcionamiento realista de las smartcities en el marco de la sostenibilidad es necesario reflexionar sobre el modelo económico circular y pensar en productos de alta durabilidad e impacto ambiental reducido, así como en su reciclaje y reutilización como valores prioritarios.