Los índices de riesgo, los mercados en alza o las nuevas tecnologías son parámetros importantes para determinar si un fondo de inversión apuesta o no por una empresa. Pero los criterios ESG (por sus siglas en inglés enviromental, social and government que hacen alusión a lo ambiental, lo social y lo gubernamental) se han posicionado como uno de los elementos más importantes (por no decir el que más) a la hora de evaluar a una empresa para financiarla o no.
La prueba más fehaciente en este sentido ha sido el alza de empresas de tecnología supuestamente sustentable como Tesla, que han acompañado a las repetidas crisis de precios de los combustibles fósiles. El factor ambiental hace referencia al impacto en la naturaleza y la huella de carbono que tienen las empresas. El factor social alude a como las industrias se comportan con las comunidades y como ejercen el respeto a la diversidad de género, derechos humanos y otros factores antropogénicos que afectan a las sociedades.
Por último, el factor gubernamental (también llamado de buen gobierno) se refiere a todo lo que tiene que ver con la estructura de las empresas, los consejos administrativos o la transparencia entre otros factores (el grueso del aparato político empresarial).
En base a estos parámetros se están definiendo el carácter de las inversiones más significativas de nuestro tiempo. Esto no quiere decir que ya no sirvan los análisis financieros de capital, sino que a estos se están sumando dichos criterios de responsabilidad social que permiten prever si una empresa sobrevivirá o no. Las corporaciones que siguen la lógica anterior de la máxima capitalización a costa de la destrucción socioambiental, primeramente, no son bien vistas por la sociedad y además no se adaptan a los nuevos panoramas legislativos, por lo que están destinadas a desaparecer.
Así, los índices de sostenibilidad han demostrado generar una rentabilidad superior con menores riesgos y mayor adaptabilidad a los cambios afrontando mejor las crisis climáticas o de salud, como se ha demostrado en los últimos cinco años. Las empresas que cuentan con dichas cualidades resultan por tanto más atractivas para los mercados.
Para medir los índices y estándares de sostenibilidad ambiental, responsabilidad social corporativa o acción social de mejora de la calidad de vida de sus trabajadores o núcleos poblaciones donde desarrollan su actividad, existen medidores como el DJSI (Dow Jones Sustainabilty Index) o el FTSE4GOOD entre otros (es recomendable valorar estos indicadores por país o por organismos internacionales).
Estos medidores están basados en indicadores bursátiles que demandan a las empresas un esfuerzo extra en cuestiones de sostenibilidad y sensibilidad para poder concursar en ellos haciéndolos hasta el momento bastante fiables.
En definitiva, las empresas no sólo han de modernizarse en cuestiones técnicas y tecnológicas, sino convertirse en ambientes igualitarios y sostenibles para que sean parte de las ciudades inteligentes con todo lo que ello conlleva.