El suelo fotovoltaico como elemento BIPV

Cuando se habla de construcciones inteligentes no se trata solamente de dotar a los edificios de tecnologías informativas o automatizaciones. Se trata de la optimización total o parcial de las edificaciones para que sean más eficientes, consuman menos recursos y energía, y sean más prácticos para las personas. La energía fotovoltaica es la base en el desarrollo de los BIPV, ya que de momento es la más rentable y sostenible de las energías limpias y su versatilidad para la construcción es inigualable.

Prueba de ello son los paneles fotovoltaicos opacos integrados en los edificios para fachadas, los que sustituyen a los cristales o las tejas solares, por ejemplo. Pero este sector no deja de innovar. Y es que ya es un hecho que se van a poder cambiar las losetas convencionales del suelo, por unas inteligentes capaces de generar energía. Lo llaman suelo fotovoltaico.

Aunque parece cosa del mañana es más bien cosa del ayer. En 2013 la Universidad George Washington (UGW) instaló este tipo de piso con una potencia de 405 Wp de la que se nutrían 450 luces de tipo LED. Este tipo de losetas son capaces de capturar la luz solar permitiendo el almacenamiento de energía y por ende, su posterior utilización sin ocupar superficie útil. Además, cuenta con retroiluminación LED que puede iluminar la calle.

La propuesta de estandarizar estos módulos viene de pensar en que existen multitud de km2 entre aceras y todo tipo de vías en ciudades y pueblos de tipo peatonal que no se están aprovechando para generar energía y dinero a su vez. La misma filosofía que está impulsando el aprovechamiento de los tejados y terrazas para instalar sistemas fotovoltaicos sin ocupar espacios útiles para hacer que los edificios sean energéticamente autónomos.

Aunque la inversión inicial es relativamente alta, se estima que el retorno de inversión donde se empieza a generar energía gratuita y limpia podría ser entre dos y tres años, siempre en base al nivel de radiación del lugar y el costo de la electricidad. Pero a medida que se utilizan más paneles, el costo se amortigua de forma más inmediata, ya que, además del autoconsumo, se puede vender el excedente a la red general. Como en todas las transformaciones energéticas la inversión fuerte llega al principio pero el tiempo de amortización ha bajado considerablemente debido a la producción en escala.

El suelo fotovoltaico es una opción que dentro del marco de las Smart cities contribuye a la soberanía energética de los núcleos urbanos y de la ciudadanía y podría tener un papel importante en la transición energética. Entre sus ventajas encontramos la facilidad para quitarles la suciedad y su bajo costo humano y económico de mantenimiento y actualización de tramos.

Otra característica de estos sistemas es la pérdida minimizada de energía. Cuando la electricidad viaja desde la central hasta un edificio de viviendas, durante ese viaje se da una pérdida de energía a causa de ese trayecto. Sin embargo, si el generador, en este caso las losas fotovoltaicas, estuvieran cercanas a las viviendas, la pérdida energética sería casi nula por la cercanía. Es decir, contaríamos con un sistema de generación distribuida.

Un enfoque válido para esta tecnología que ya se está manejando en algunos lugares es la combinación de estos sistemas con la tecnología piezoeléctrica ya probada en Israel, mediante la cual también se genera energía con el impacto (por ejemplo la pisada) sobre la baldosa, optimizando aún más estos sistemas. El suelo fotovoltaico es otro ejemplo más de cómo la energía solar está cambiando la concepción de las ciudades convirtiéndolas en Smart cities, y de su papel en la transformación energética.