¿Cómo saber qué tan inteligente es una Smart City?

Para seguir avanzando en el desarrollo conceptual de las Smart cities, se hace indispensable medir la inteligencia de la Ciudad Inteligente, y para ello debemos ilustrar el contraste en el que viven inmersas las grandes urbes.

Si bien es cierto, que por un lado representan el 80% de la riqueza a nivel mundial, no es menos cierto que deben hacer frente a más retos: económicos, demográficos, sociales y medioambientales. Y es que el 70% de la población vivirá en ciudades para el 2050, desarrollar ciudades que presten todos los servicios que requieren los ciudadanos, de manera eficiente y sostenible, es clave para asegurar el futuro de las ciudades y del planeta.

Como componente vertebrador de los núcleos urbanos, la tecnología tiene una presencia intrínseca según las poblaciones aumentan de tamaño y se sofistica la demanda de los ciudadanos.

Entonces, podemos decir que las ciudades inteligentes son, sin duda, los principales motores económicos de IoT pero también son el mayor desafío tecnológico que tenemos por delante como sociedad. Y es que no todas las Smart Cities están en una fase de desarrollo parecida ni todas gestionan con el mismo nivel de eficacia los procesos de transformación digital que han desarrollado.

Ahora bien, ¿Cómo podemos  clasificar y medir la calidad de una Smart City?

Hoy en día existen diversos criterios que nos pueden dar grandes luces al respecto, entre ellos destaca el estudio anual del IESE, que contiene por un lado: 77 factores distintos, que mide en 181 ciudades consideradas clave y se engloban en 10 áreas: Gobernanza, Urbanismo, Gestión Pública, Tecnología, Medio Ambiente, Impacto Internacional, Cohesión Social, Transporte, Capital Humano y Economía.

Mientras que estudios como el de Juniper Research, se basan en evaluar eficiencia y sostenibilidad en cinco áreas fundamentales para las ciudades: Tecnología, Edificaciones, Suministros, Medios de Transporte e Infraestructuras y, por último, la ciudad en sí misma. Tengamos presente que para mantener estas áreas en constante equilibrio y armonía hay que tener en cuenta tres efectos de la digitalización urbana: consumo energético, residuos y  tráfico.

Estos sistemas de medición convergen hacia unos conceptos comunes que comparte cualquier sistema de medición de calidad de las Smart Cities. Y estas son las dimensiones que ayudan a determinar la calidad de las Smart Cities:

1)    Los elementos que conforman la ciudad.

2)    Los actores públicos y privados de la Smart City.

3)    La manera en la que mejoran la vida de los ciudadanos.

Por otra parte, existen dos factores que toda ciudad inteligente debe minimizar para garantizar la eficiencia y la sostenibilidad:

1)    El consumo de energía.

2)    La generación de residuos.

Para finalizar es imperante mencionar que estas ciudades no se desarrollan sólo por esfuerzos endógenos sino que en ocasiones reciben impulso externo.

Y es que transformar una ciudad pequeña o mediana en una Smart City es una herramienta para reequilibrar la riqueza, mientras que las ciudades de gran tamaño tienen la suficiente autonomía para que la inversión privada tenga la capacidad de explorar medidas para mejorar la eficiencia y la sostenibilidad en las grandes urbes a través de la tecnología.