El carbón y el gas natural dejan de ser económicamente viables

Todavía parece utópico pensar en un mundo sin carbón pero la realidad es que la transición energética cuenta ya con poderosos aliados como son las grandes corporaciones y los gigantes tecnológicos. El mundo se mide en valores económicos y en este momento podemos saber cuánto nos cuesta, además de en salud, recursos y bienes materiales, cada tonelada de emisiones de carbono así como el valor monetario de la transición energética. Se calcula que en la actualidad, el precio por tonelada de carbono emitido es de hasta 252 euros, un precio que no incluye muchos de los costos ambientales ni gastos sanitarios derivados de la contaminación.

Es por ello que muchos de los esfuerzos de los investigadores están destinados a abaratar las renovables para que finalmente sea más económico usarlas que utilizar las provenientes del carbón o el gas. Y aunque muchos de estos procesos dependen de la política y de las inversiones de los gobiernos, así como de los factores económicos que hacen que los precios de las energías fluctúen, las empresas tienen un papel fundamental en el sector.

En el último World Energy Outlook la Agencia Internacional de Energía hizo especial hincapié en que la energía solar fotovoltaica es la fuente de electricidad más económica no solo de ahora sino de toda la historia. Entonces, ¿Por qué todavía no es la fuente principal de energía en el mundo? Si analizamos la imagen de la energía a gran escala, encontramos importantes ventajas que la energía solar comparte con otras como la eólica como por ejemplo los mínimos gastos operativos que suponen. Sin embargo, los costes iniciales son el factor que más retrasa la inversión en energías renovables.

Es por eso que continuamente ven la luz nuevos métodos de financiación ya que no son inversiones arriesgadas conociendo de sobra las retribuciones que suponen, y los gobiernos se van animando a invertir en infraestructura. Así se ha logrado posicionar la energía solar como la fuente de electricidad de más rápido crecimiento a nivel mundial hasta la fecha. La responsabilidad de las empresas en este sentido (o al menos una de las más importantes) es la innovación. El objetivo final es que esta energía sea tan barata que las empresas y los servicios públicos ni se planteen adquirir energía proveniente del carbón y el gas porque no tendría sentido pagar más ni asumir los costos ambientales y sociales que supone seguir emitiendo CO2 a la atmósfera.

Por ello, las empresas y los laboratorios tecnológicos tienen que invertir en innovación ampliando la gama de productos (alumbrado, baterías de larga duración menos contaminantes y soluciones para todo tipo de industrias), dispositivos para favorecer la interconectividad (Internet de las cosas y smart cities) y facilitar su implementación en las redes e infraestructuras existentes. Es necesario desarrollar nuevas aplicaciones para lo que ya existe incorporando las últimas tecnologías a los productos y al mercado actual.

Una sinergia que permita a las industrias trabajar en conjunto con políticas de apoyo y centros de investigación en la que se materialice un proceso integral de investigación, desarrollo, demostración, implementación y difusión de la tecnología para que otros países o empresas puedan replicarla, mejorarla o adaptarla a sus necesidades.

Siendo evidente que el factor económico es uno de los más determinantes para cambiar a una energía alternativa a la red convencional, la energía solar fotovoltaica es la principal ganadora ya que ha experimentado las reducciones de costos más  drásticas desde que comenzó su mercado y la tendencia actual va por el mismo camino. La labor corporativa es la de seguir innovando en todos los vértices de lo que supone la instalación total de un sistema como las instalaciones o las conexiones a la red por poner algunos ejemplos.

En el plano de la economía global, el carbón, el petróleo y el gas en costos totales (incluyendo el precio de venta y los costos de las emisiones), están muy por encima de los costos de las renovables por lo que en el mediano plazo han dejado de ser rentables. Esa batalla ya la ganaron las energías limpias, por lo que  ahora es necesario trabajar en el ámbito de la innovación para resolver los problemas de infraestructura cuanto antes.