El bono verde convierte el cambio climático en un fondo rentable de inversión

Estamos en un momento clave para revertir algunos de los efectos del cambio climático. Ya no sirven las sanciones a las empresas que no cumplen ciertos patrones ambientales. Desde hace diez años, el Banco Mundial junto con otras instituciones, está emitiendo los llamados bonos verdes, que consisten en préstamos de fondos de inversionistas para financiar proyectos sustentables. El éxito creciente se manifiesta en billones de dólares que ya se están utilizando en proyectos de economía sostenible especialmente en América Latina.

Más de 20 países del continente y más de 40 del resto del mundo, han firmado el acuerdo de “Cero emisiones netas” para el 2050, pero van a necesitar unos presupuestos ambiciosos y sólidos para llevar a cabo los proyectos de esta revolución verde. Las miradas para la inversión sostenible del sector privado están puestas especialmente en Latinoamérica. Sólo durante el año 2019 se emitieron bonos verdes por valor de aproximadamente 5.000 millones de dólares, situando el histórico de esta práctica en 13.600 millones según los datos de la Climate Bonds Initiative.

Hasta hace relativamente poco, el cambio climático o los efectores ambientales no eran algo ligado a las agendas económicas, pero afortunadamente este tipo de iniciativas enfocadas en el plano del capital económico, hacen de nexo entre los sectores científico-tecnológico, político, empresarial y ecológico, cerrando una de las brechas más importantes que frenaban el desarrollo sostenible, pues habitualmente los intereses de unos pisaban los de los otros. Según el primer informe de bonos verdes emitido por el banco mundial ​todos los emisores llevan a cabo mediciones y seguimientos.

Además presentan informes sobre el impacto social y ambiental de cada proyecto y se ha generado toda una industria de proveedores que dan una segunda opinión, verificadores, agencias de calificación y otras que proporcionan información a los inversionistas y a los emisores que los respaldan.  La exponencial preocupación por el cambio climático viene por las evidencias que están perjudicando las economías y los ecosistemas no solo de los países latinoamericanos, sino de todos los demás. Cuando llega un desastre natural a un entorno degradado que se ha quedado sin recursos, no hay margen de recuperación.

La vegetación, la biodiversidad, la riqueza de los suelos, las barreras coralinas y otros elementos naturales, ejercen de factores de contención y aminoran los impactos de estos fenómenos, acelerando también los procesos de recuperación del entorno. Pero países como Haití, donde se han agotado prácticamente los recursos, sufren un impacto mucho mayor cuando hay un fenómeno natural, porque su capacidad de contención y recuperación es prácticamente nula. Los estragos en la población son devastadores y muchas personas están migrando del país como refugiados climáticos.

El Foro Económico Mundial apunta que la producción de productos como cacao, café, carnes, maíz y otros de consumo habitual se ven afectados por los fenómenos ambientales, y eso repercute en varios niveles. Desde las familias productoras hasta las empresas exportadoras, se ven afectadas y se altera toda la cadena reflejándose en el precio final al consumidor.  Desde el foro se están llevando a cabo iniciativas para dar seguridad y certeza sobre estos proyectos, como la Plataforma de Transparencia de Bonos Verdes que permite a los inversores monitorear sus inversiones, o colaboraciones con entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo,​ ​la Agencia Francesa para el Desarrollo y el banco público de desarrollo de Alemania, KfW.

La economía está avanzando en unos estándares de sostenibilidad y desarrollo que no se habían visto antes. Esto abre un mundo de oportunidades a las empresas que trabajan con energías limpias y tecnologías innovadoras, ya que se está remodelando por completo el sector industrial.

Países como Chile ya tienen inversiones a través de los bonos en edificios verdes y autobuses eléctricos, así que las empresas de todos los sectores tienen que estar preparadas para el cambio y contar con quienes ya están dentro del sector del desarrollo sostenible para que juntos, se genere una sinergia lo más avanzada posible en el menor  tiempo, pues la demanda es exponencialmente creciente y las inversiones van en esta dirección, así como las nuevas políticas. Además, el planeta no espera. Hay que acelerar los procesos de recuperación y eliminar las emisiones si el objetivo es el auge y mantenimiento de los recursos.