El reciclaje de las baterías como desafío para la industria

Una de las apuestas más ambiciosas de las energías renovables tiene que ver con la capacidad de almacenamiento utilizando baterías. Pero no solamente para este espectro. Las baterías están presentes en casi todo lo que tiene que ver con tecnología electrónica en la actualidad, y es un componente al que en ocasiones no se le presta la atención adecuada. El correcto mantenimiento de éstas o la posibilidad de darles una segunda vida puede alargar por ende la vida de los productos, por no hablar de la evasión de riesgos que supone conservarlas en el estado adecuado.

Al adquirir un equipo que dispone o depende de una batería para su funcionamiento, es importante tener en cuenta qué tipo de marcadores de rendimiento y verificación de estado tiene, y qué tipo de mantenimiento hay que darle según sus características. Esta información, desde la perspectiva de los proveedores, debemos darla a los clientes para que sus equipos funcionen de forma óptima el mayor tiempo posible. Como consumidores, hay que estar atentos a la información que viene en los manuales de servicio y exigir a las empresas orientación y recambios para alargar la vida útil de la batería.

Contar con baterías de larga duración resulta más respetuoso con el medio ambiente ya que el número de baterías que resultan desechadas acaba siendo menor, y no hay que olvidar que a la hora de deshacernos de una que ya no funciona contamos con puntos autorizados para que reciban un protocolo de reciclaje adecuado. El tiempo en el que cualquier cosa podía ir a la basura corriente ya pasó, y por ello las empresas responsables recibimos este tipo de componentes cuando ya no sirven y nos hacemos cargo de ellas cuando a nuestros clientes ya no les resultan de utilidad.

Es importante estar pendientes de ellas si tenemos en cuenta que según diversas instituciones estadounidenses de consumidores hasta el 50% de los problemas técnicos con maquinaria de los hospitales están relacionados con las baterías. Esto puede evitarse si los aparatos en general, no solo los del espectro médico, cuentan con buenos medidores y con la capacidad de almacenar los datos del estado del componente, de manera que las personas que no están especializadas en esta área puedan comprender el estado de la batería de su instalación, y cuando es posible repararla o sustituirla.

Otro factor a tener en cuenta es el de la capacidad de reparación. Un informe del Departamento de Energía de los Estados Unidos confirmó en un estudio que cada año se desechan aproximadamente un millón de baterías de iones de litio todavía utilizables. Este tipo de dispositivos son de los que más vida útil tienen, y aunque dejen de ser eficientes para su finalidad inicial (por ejemplo la batería de un coche eléctrico o de maquinaria hospitalaria), pueden ser útiles para tareas que requieran menos energía. Es por tanto un mercado que está por atender en la actualidad y sobre el que conviene pensar un ciclo de vida más circular.

Es importante que, tanto dentro del campo del almacenamiento en general como de las baterías concretamente se sigan desarrollando mecanismos de medición y seguridad para asegurar un correcto funcionamiento de la instalación y reducir la huella de carbono que generan estos componentes. La capacidad de reciclaje es un de los grandes retos que se enfrentan desde las industrias relacionadas con las energías renovables y debemos seguir avanzando en pro de la reutilización de componentes y establecer modelos sostenibles de consumo energético.