Una de las principales medidas para procurar que el coronavirus se extienda de una forma más comedida, es el lavado de manos y la higiene constante. Pero no en todas partes se cuenta con lavamanos de forma cercana, continua y que además estos no requieran contacto para proceder a su función. Es por esto que el mundo se ha llenado de geles antibacteriales, trampas de cloro en las entradas a los establecimientos, o cordones sanitarios de entrada y salida.
En el continente africano, muchas regiones están compuestas por pueblos y núcleos urbanos de pequeño tamaño en los que la escasez de infraestructura juega en contra de las personas en la cuestión de la expansión del covid, ya que en muchas ocasiones es dificultoso encontrar dónde lavarse las manos frecuentemente, o incluso el acceso a agua limpia.
Muchos habitantes del continente se pusieron a trabajar en varios modelos de lavamanos que funcionan la mayoría con energía solar. Esto les permite mayor versatilidad a la hora de instalarlas en lugares donde la red eléctrica es deficiente, sufre cortes, y no puede abastecer la demanda energética durante todo el día. Los paneles fotovoltaicos están jugando un importante papel en este sector para una población tan vulnerable.
El burundés Filston Rukerandanda del Instituto Universitario Panafricano de Ciencias Básicas, Tecnología e Innovación fue uno de los pioneros en instalar componentes solares a los lavamanos en África, tendencia que siguieron otros académicos con excelentes resultados, como los obtenidos por la Universidad Estatal de Lagos o el Politécnico Federal Oko, ambos en Nigeria.
Pero son muchos los científicos, empresarios e investigadores que se han dedicado a intentar frenar el contagio del covid 19 con estos artefactos. Ese Oruade, un talentoso joven empresario de Nigeria, ha sido capaz de desarrollar una máquina de lavado de manos que se puede mover de lugar, es automática, inteligente y funciona totalmente con energía solar. Consume muy poca energía, aproximadamente algo menos de 20W y cuenta con un sistema automatizado de iluminación LED que se prende y apaga según las condiciones de luz ambiental (sólo se enciende en la oscuridad) y cuando detecta que se acerca una persona.
También cuenta con un sistema de protección que evita accidentes por sobrecorriente o cortocircuitos, no emite ningún tipo de emisión de Co2, y cuenta con una batería que permite que la máquina funcione hasta dos días sin volver a recargarse.
Este lavamanos funciona sin necesidad de que la persona tenga que tocar alguno de sus componentes, por lo que es totalmente seguro en cuestiones de higiene y reduce la propagación del virus. El fundador de la máquina portátil ya ha fundado su propia empresa para intentar producirlos de forma masiva y cumplir así su objetivo de evitar el contagio en diferentes zonas de Nigeria o de toda África.
Oruade decidió intentar fabricar este sistema después de que su país declarara un bloqueo total impuesto por la situación de emergencia sanitaria. El ingeniero eléctrico, ante tal situación realizó una formación en tecnología de energía solar en el Instituto de Capacitación en Tecnología de Energía Renovable (RETTI) en Lagos para aprender todo sobre los sistemas de energía fotovoltaica, ya que pensó que este elemento sería la clave para el invento que estaba proponiendo.
Aquí aprendió varias claves para su proyecto: que no todos los sistemas solares necesitan un inversor, y que las cargas de CC se pueden alimentar desde el controlador de carga. Estos factores fueron determinantes para diseñar de forma exitosa el lavamanos que le está dando fama y que espera poder distribuir por todo el continente.