El mayor valor para invertir en I+D se encuentra en la naturaleza

Según el Foro Económico Mundial la naturaleza vista como un sistema empresarial, ostenta unos servicios ofrecidos por valor de más de 100.000 billones de dólares. Pero si lo vemos de otra forma, sin naturaleza no existiría ningún tipo de negocio pues toda actividad económica y humana que se preste depende de ella en una escala más o menos primaria, pero todos los recursos vienen del mismo espectro, por lo que puede parecer ridículo capitalizar con números el valor del medioambiente y la salud del planeta.

No obstante, en un sistema económico como el actualmente imperante, si no se hace así, no hay otra forma de visibilizar los problemas ambientales y empezar a poner freno a la catástrofe ecológica que nos envuelve en la actualidad. Gracias a esta visión numérica los gobiernos y las empresas están empezando a cambiar las hojas de ruta de la economía que hasta ahora se basaba en el aprovechamiento desmedido de los recursos en pro del beneficio monetario.

Ahora se está empezando a ver como una fuente de ingresos mayor la conservación y el aprovechamiento sustentable, que el despilfarro y el mal uso de los ecosistemas y recursos. Y es que qué mejor empresa para invertir que la naturaleza que lleva la delantera en I+D, ya que se ha estado perfeccionando de forma autónoma durante miles de años.

Es por eso que estamos asistiendo a un importante momento de cambio que engloba economía, sistema empresarial y comportamiento social en el que cada vez está más presente la naturaleza. Según los informes del Foro Económico Mundial, incluir los valores ambientales impulsaría los niveles económicos en miles de billones de dólares. Ya estamos asistiendo a esta simbiosis con el uso de las energías renovables, los edificios verdes, o los espacios ajardinados que le quitan cada vez más protagonismo al gris urbano en grandes ciudades del mundo.

Pero se debe acelerar este proceso. La Agenda de Acción por la Naturaleza impulsa actividades y políticas para frenar la pérdida de biodiversidad en ésta década y recuperar los sistemas vitales de nuestro planeta, proponiendo cambios desde las raíces de los sistemas empresariales y políticos para evitar el declive actual.

Según el historiador cultural Thomas Berry estamos entrando en la Era Ecozoica, un término que alude a una mejor relación de los seres humanos con el planeta y con el resto de los seres vivos. Se puede percibir el cambio en acciones relevantes como la presentación del Manifiesto de Davos en el 50º aniversario de la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial, las cumbres climáticas o el impulso económico de los gobiernos a los fondos verdes. Estos indicadores y el auge de empresas tecnológicas y científicas que trabajan ya en cero emisiones o para mitigar los efectos del cambio climático, nos muestran que las economías empiezan a dar prioridad a los factores ecológicos mejorando el bienestar social de comunidades alternativas o indígenas con relaciones cooperativas y regenerativas para el planeta, situando a la naturaleza cada vez más al centro de los nuevos modelos económicos.

Hasta ahora eran esas comunidades alternativas las que soportaban más en primera persona las consecuencias del modelo destructivo de recursos naturales, ya que ellas viven directamente de esa relación con la naturaleza, pero el Manifiesto de Davos aboga por proteger y aprender más de éstos sistemas.

Afortunadamente ya hay empresas muy innovadoras que trabajan en esa dirección. Ya existe una cooperación y un compromiso con la limpieza de la gran mancha de basura del Pacífico, la contribución a las abejas para recoger información de una colonia obteniendo 4.000 millones de puntos de datos ambientales al año, o augurando catástrofes naturales fijándose en los comportamientos animales.

De hecho, la Iniciativa de Riesgos Mundiales del Foro Económico Mundial estima que la pérdida de naturaleza junto con el cambio climático están provocando desastres naturales que cuestan más de 300.000 millones de dólares al año. De igual modo Naciones Unidas decretó que si en 2030 no bajamos lo estimado en cuestiones de gases de efecto invernadero, sufriremos un colapso climático. Otro indicador de que nos acercamos a modelos de economías circulares y regenerativas y empezamos a desechar los abusivos imperantes anteriormente.

Ya no basta con hacer menos daño. Tenemos que integrar el medioambiente como factor importante de la actividad económica y empresarial y situar por encima de los costos económicos, los costos al ecosistema y sus habitantes.