En el entorno natural, los bosques ocupan casi la tercera parte de la Tierra. Teniendo la mitad sin alterar por la mano del hombre. Según registros de Naciones Unidas, por cada persona en el mundo hay 5.000 m2 de bosque, unos datos relativamente buenos teniendo en cuenta la destrucción de más de la quinta parte.
Los bosques albergan la mayor biodiversidad del planeta y son reguladores esenciales del clima terrestre. Este fenómeno lo pueden regular gracias a su capacidad de almacenar cantidades de carbono, que de otro modo se liberarían a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2), agravando el efecto invernadero responsable del cambio climático.
Aunque parezca una gran solución plantar árboles, lo que los científicos denominan “greenwashing”. La solución más factible es reducir y/o eliminar las emisiones de CO2.
Sin embargo, en las ciudades plantar árboles si puede tener una función y significado diferente. Según la Agencia de Protección Ambiental de EEUU, un árbol grande es más beneficioso en una ciudad que en el campo. La población urbana crece sin cesar, por lo que es necesario crear las conocidas “zonas verdes”.
Actualmente existe un gran impulso por parte de organismos y gobiernos para hacer las ciudades más verdes. Siendo Francia una de las primeras –en el año 2015– en crear una legislación donde todos los edificios nuevos en zonas comerciales estén parcialmente cubiertos con plantas o paneles solares.
A parte del enfoque estético o sensación de relajación, el Foro Económico Mundial (FEM) resume en cinco los beneficios ambientales, sociales, económicos, para la biodiversidad y la salud de las ciudades verdes. Primero, regulación del clima: las áreas construidas forman islas de calor donde la temperatura media es 3 °C mayor que en las zonas rurales, pudiendo llegar hasta 12 grados más. Los árboles no solo ofrecen sombra, sino que además enfrían el aire por evaporación de la humedad; permiten a las ciudades sudar, un efecto microclimático que puede rebajar la temperatura hasta 10 grados. Además, pueden capturar entre 1 y 22 toneladas de CO2 en toda su vida y previenen la mala calidad del aire pues transforma los contaminantes gaseosos.