La sociedad 5.0 lista para la superexpansión

Cada día estamos más cerca de abandonar la sociedad 4.0 de la información para adentrarnos de lleno en la 5.0 sustentada por el valor de los macrodatos y las nuevas funcionalidades que ofrece la conectividad cada vez más integrada en todos los aspectos de la vida cotidiana. El mundo físico se está fusionando con el del ciberespacio dando lugar a una nueva forma de entender el funcionamiento de las sociedades. Esta simbiosis al contrario de lo que muchos puedan pensar, está favoreciendo la resolución de muchísimas problemáticas sociales.

No hay más que analizar cómo la tecnología está siendo más protagonista que nunca en el panorama social que ha traído el coronavirus. Pero el teletrabajo, la comunicación con nuestros familiares y amigos o hacer la compra por internet son solo la punta del iceberg. La inteligencia artificial está siendo clave a la hora de desarrollar los nuevos planteamientos de cómo serán las sociedades del futuro. Se están pensando no solo con la finalidad empresarial de ser pioneros en nuevas tecnologías, como la industria del automóvil que explora por ejemplo el desarrollo de coches sin conductor entre otros factores, sino que mejoran notablemente la calidad de vida de la gente y son eficaces para tratar problemas reales como en el caso de este ejemplo, la seguridad vial.

La naturaleza de la cuarta revolución de la industria y lo que la alimenta para que avance a un ritmo vertiginoso, es el tratamiento de los datos que se recopilan en el mundo físico. Estos datos se procesan, analizan e interpretan para averiguar dolencias sociales, problemáticas recurrentes y todo tipo de variables que luego se clasifican y se tratan con el fin de ver qué tecnologías se pueden aplicar para resolverlas. Toda esta información no solo sirve para mejorar las estrategias de marketing, sino que van mucho más allá provocando diversos cambios sociales.

Aunque se ha demostrado la contribución de la tecnología a la hora de combatir la desigualdad social, el reparto justo de la riqueza, el descenso de la natalidad o las brechas culturales, hay muchas trabas que no dejan que la sociedad 5.0 se termine de desarrollar. Una de las más importantes hace referencia a las construcciones políticas. Los sistemas políticos y legislativos no están adaptados a las nuevas tecnologías de datos y en muchas ocasiones, a los cambios de modelos energéticos monopolizados por grandes empresas privadas, que no están dispuestas a dejar este negocio millonario, para que las renovables tomen el relevo a precios muy inferiores por kilovatio.

Es muy complejo tomar innovaciones tecnológicas e implantarlas inmediatamente en un sistema social. En la ciudad de Hangzhou, en China, se recopilan los datos del tráfico en forma de macrodatos y se procesan con sistemas de inteligencia artificial que optimizan las señales de los semáforos. Pero no todas las ciudades están preparadas para estos sistemas ni existen políticas claras de tratamiento de datos, ya que se trata de información de los usuarios al fin y al cabo.

Muchas veces, cómo utilizar cierto tipo de informaciones sensibles que generan las personas implica conflictos con el área de la privacidad. Esos límites son uno de los principales problemas a tratar en la expansión de las sociedades 5.0. Pero es un proceso adaptativo como otro cualquiera. En el lado contrario tenemos el concepto de las superciudades, que ya integran todos los elementos de la vida urbana bajo el umbral tecnológico, lo que implica que el desarrollo integral de la misma se contempla en el espectro de la innovación, desde las áreas urbanas corrientes hasta la construcción de edificios o sistemas de transporte.

Ejemplos de estos desarrollos son iniciativas como Smart Dubai o Smart Nation Singapore, que han contado con políticas favorables para impulsar a otro nivel el desarrollo tecnológico.