La inevitable metamorfosis empresarial post pandemia

El mundo está cambiando a pasos agigantados. Lo que antes tardábamos años en desarrollar tecnológica y científicamente hablando, se ha convertido en una carrera contrarreloj donde todas las esferas de la economía y la innovación, se apoyan entre sí para un objetivo común: terminar con el virus que está mermando la sociedad. Compañías de coches están fabricando respiradores que empresas de paquetería reparten gratuitamente; científicos del MIT (Massachusetts Institute of Technology) realizan prototipos de respiradores económicos de patente abierta para que todo el mundo pueda acceder a ellos; drones utilizados para fumigar ciudades, y así una serie interminable de acciones colaborativas que nos llevan a avanzar muy rápido en aquello que queremos conseguir.

En lo que a la sociedad como conjunto se refiere, estos datos nos dicen que no estaba todo perdido. Es un hecho que el mundo no va a volver a ser el mismo después de los recientes acontecimientos, y es posible que esta crisis sirva para pisar el acelerador en la regeneración de los modelos empresariales obsoletos, virando hacia economías más sostenibles antes de lo que se creía. Imaginemos que utilizáramos este modelo cooperativo de conocimiento que estamos viviendo con la crisis sanitaria en el resto de áreas. El resultado es fascinante solo de pensarlo. Miles de personas en diferentes empresas y países contribuyendo a las mismas causas y desarrollos.

Por el momento suena todavía un poco utópico ese pensamiento, pero la transformación está sin duda a la vuelta de la esquina. Hemos pasado del paradigma en el que solo existía el discurso ecofriendly frente al corporativo, que justificaba la destrucción ambiental o la explotación masiva de recursos en favor de la máxima expresión de la generación de capital. Pero este modelo está caducado por el paso de las nuevas generaciones al mundo empresarial, la escasez de recursos que no permite sostener el modelo comprar→ consumir→ tirar, los cambios en los comportamientos de los consumidores y el desarrollo de la tecnología. Ha sido notable en el encarecimiento de las materias primas (como cada vez hay menos) y en la intervención forzosa de la esfera política para controlar la devastación ambiental.

Además, los consumidores actuales en general se decantan por el desarrollo de la economía colaborativa, y se ha visto aumentada por éstos la exigencia en cuanto a transparencia y responsabilidad social y ambiental de las empresas. En este nuevo paradigma la tendencia indica que la economía circular no tiene todas las respuestas, pero sí las más importantes. Que las empresas reutilicen los desechos y los conviertan en materias primas implica reducir costes en la producción de su actividad y los exenta de estar a expensas de proveedores externos en algunos recursos. Este dato nos dice que el hecho de no generar basura es económicamente más favorable que generarla, además de que se reduce el impacto ambiental y se disminuyen con ello las huellas hídrica y de carbono, indicadores en los que tanto se fijan ahora las regulaciones nacionales e internacionales.

Por supuesto la innovación ha de estar presente en este proceso. Cada vez es más habitual que las empresas propongan concursos abiertos con la intención de generar un conocimiento común en la optimización del aprovechamiento de las materias primas y la gestión eficiente de residuos. También cabe tener en cuenta el consumo de recursos locales como medida de fomento de la economía del lugar y mejor aprovechamiento de ellos. Las empresas ahorran en costos de logística y transporte, se evitan contratiempos y tienen cerca a sus proveedores. Con todo ello se va mejorando la reputación corporativa, pues todas estas medidas ligadas a la economía circular previenen el impacto ambiental, hacen a las empresas menos vulnerables a la volatilidad de los precios de las materias primas, y generan valor retribuido en todo el proceso de producción y no solo en el valor de venta final.

Tal vez, cuando la actividad económica empiece a recuperarse, las empresas decidan optimizar sus recursos y adquieran mayor conciencia para adaptarse a los nuevos tiempos. El teletrabajo será otro campo a tener en cuenta en la vorágine de cambios en las estructuras empresariales, ya que se está demostrando forzosamente que es un ambiente funcional y cada vez más adoptado por las nuevas generaciones que posicionan ítems como el tiempo libre y la autogestión de la creatividad por encima del beneficio económico. Debemos estar preparados para fortalecer el sector empresarial en una dirección correcta, sostenible y adecuada a los tiempos.