Isamu Akasaki, el inventor de la nueva luz del mundo

El neurocientífico Howard Gardner decía que no puedes ser un buen profesional si no eres una buena persona. No se puede alcanzar la excelencia a base de pericia y técnica sin superar el ego. Así que normalmente los hallazgos extraordinarios llegan a la sociedad de la mano de personas extraordinarias. Este fue el caso de Isamu Akasaki, uno de lo tres galardonados con el Premio Nobel de física en 2014 por la creación de eficientes diodos de emisión de luz azules (LED), que han hecho posibles las fuentes de luz blanca brillantes y de bajo consumo, y que acaba de fallecer hace apenas unos días a sus 92 años.

En ese ejercicio de la superación del ego, un equipo de tres científicos japoneses entre los que se encontraba Akasaki, buscaba incansablemente la manera de inventar los diodos para emitir luz azul con tecnología LED (inventada ya en los años 60). Y es que, sin el azul, era imposible generar la luz blanca. Estuvo varios años investigando con nitruro de galio para lograrlo hasta que en 1985 logró con su equipo de la Universidad de Nagoya un nitruro de galio (GaN) de alta calidad partiendo de un sustrato de zafiro utilizando una técnica de amortiguación a baja temperatura. Más adelante lograron controlar las propiedades físicas del GaN añadiendo magnesio y radiación de electrones consiguiendo la ansiada luz azul. Algunos años más tarde se le atribuiría a Akasaki la invención del LED de nitruro de galio azul brillante unión p-n, y se le nombraría pionero de los láseres semiconductores de alto rendimiento azul ultravioleta.

La importancia de este descubrimiento, permitió generar la luz LED blanca de la que gozamos hoy en día, y alude al espíritu de la superación individual para mejorar lo colectivo, generando un asombroso beneficio para la humanidad: una nueva luz que ilumina el mundo, más eficiente, más sostenible que las bombillas tradicionales y no menos importante, más duradera. Tanto es así, que una lámpara de tecnología LED tiene una vida útil de hasta 100.000 horas mientras que las bombillas tradicionales alcanzan las 1.000 horas.

Hay personas que marcan la diferencia pensando en cómo mejorar el mundo, ya sea desde un laboratorio, desde la filosofía, la medicina o cualquier industria. El ingeniero e investigador japonés Isamu Akasaki dejó un legado sobre el cual se sostiene gran parte de la industria de las smartcities con la visión de un planeta más sostenible y un cambio en el espectro energético. Desde NextCity Labs queremos agradecer su aportación al mundo y tomamos su trabajo como ejemplo de que un mundo mejor es posible.