El fin de la electricidad tal como la conocemos

Uno de los indicadores de que estamos en el buen camino en la transición energética hacia un modelo más sostenible es que el nivel de emisiones de CO2 proveniente de la producción de electricidad y calor disminuyeron un 21% desde 1999 hasta el 2018. La energía solar fotovoltaica ha tenido y tiene un papel fundamental en esta reducción que todavía es insuficiente para los objetivos climáticos actuales. No obstante, está cambiando el consumo eléctrico tal y como se conocía.

El autoconsumo de energía solar ha mejorado notablemente la vida y el ahorro de las personas tanto en el sector particular (vivienda) como en el industrial. Con estas instalaciones las facturas de consumo de luz bajan considerablemente (entre un 25% y un 30%), se eliminan las oscilaciones de las subidas y bajadas de los precios de la energía y se coopera con el medioambiente. Muchos países ya cuentan con regulaciones para poder vender a la red eléctrica los excedentes de producción permitiendo un mayor ahorro y fomentando la energía renovable.

Por lo general la vida útil de las células fotovoltaicas está entre los 25 y 30 años de funcionamiento permitiendo una rápida amortización de las instalaciones solares en cuanto a consumo a largo plazo. Esto ha hecho posible que grandes industrias se beneficien del autoconsumo generándoles beneficios como la reducción de la dependencia de combustibles fósiles, minimización de los costes de producción o revalorización de las empresas por contar con paneles solares. Además, ofrece la posibilidad de crecimiento ya que el dinero que se ahorra en consumo eléctrico se puede invertir en otras áreas.

El impulso del autoconsumo está latente en todos los ámbitos sociales ya que en muchos países existen planes de financiación y nuevos modelos de negocio por parte de las empresas que favorecen la instalación de estos sistemas a precios y plazos asequibles.

Sus ventajas han dejado obsoleta a la red convencional puesto que la energía solar permite generar de manera limpia a un costo bajo la energía (o parte de ella) que se consume. De media se estima que la inversión se recupera dentro de los primeros cinco años de vida del proyecto y teniendo en cuenta la vida útil de las celdas fotovoltaicas es una inversión bastante exitosa.

La conciencia social ha cambiado junto con el modelo de energía y el de consumo, lo que implica que las personas cada vez más exigen a las empresas prácticas responsables respecto a los recursos. Se proyecta así una visión más positiva de una empresa cuando ésta potencia la reducción de su huella de carbono y aboga por la modernización de la mano de las energías renovables mejorando la competitividad de la industria en cuestión.

Más allá de la imagen, encontramos industrias como la agricultura que consumen gran cantidad de agua y electricidad. Según los datos de la Organización Mundial de Salud (OMS) la producción de alimentos representa entre el 20% y el 30% de las emisiones a nivel mundial. El autoconsumo, es una de las mejores opciones para minimizar este costo energético, así como la contaminación y por ende la huella de carbono. Para que la industria del futuro sea sostenible, se ha de transformar la del presente en una que sea capaz de ejercer el autoconsumo energético.