Smart cities es sinónimo de mejora en la calidad de vida de los ciudadanos

La definición clásica de Smart City (o ciudad inteligente), para quienes no están familiarizados con el término, apunta a cómo hacer de las ciudades un mejor lugar para vivir, mediante el uso de las tecnologías. Planificación estratégica, sostenibilidad, eficiencia, conectividad, servicios y optimización de recursos son algunos de los conceptos que envuelven a las denominadas ‘smart cities’ o ciudades inteligentes.

Pero ,¿En qué consisten realmente estas ciudades? ¿Cuáles son sus principales retos en plena revolución tecnológica? Muchos especialistas en el área coinciden en que estas ‘smart cities’ deben procurar la felicidad de los ciudadanos haciéndoles la vida más fácil y cómoda a través de la tecnología, sin embargo admiten que la definición es compleja, debido a que abarca múltiples campos de la gestión urbana. Una ciudad inteligente tiene que ser innovadora. El objetivo es cubrir necesidades actuales de nuestra generación pero también estar preparadas para las futuras.

El fin último de toda persona es ser feliz y, por tanto, ese debe ser el objetivo de una ciudad inteligente. Cuando haces un estudio sobre la felicidad de una ciudad, ves que se basa en parámetros como la educación, calidad del aire, sostenibilidad, una buena movilidad.

Etapas de las Smarts Cities

La primera etapa de la Smart City decía centrarse en el ciudadano, al mismo tiempo que ponía mayoritariamente su foco en la tecnología. Lo que ha hecho es ver qué herramientas tenemos disponibles para buscar soluciones a partir de ellas, en lugar de hacer el trabajo inverso: detectar el problema y buscar herramientas para solucionarlo.

Las administraciones entendieron, en una segunda etapa, que muchas veces les estaban vendiendo cosas que no necesitaban. Pasaron así de ser simples compradores de soluciones tecnológicas a trabajar en la generación de requerimientos concretos al sector privado, buscando dar soluciones a problemas detectados por ellos.

De allí nace una tercera etapa, que apunta a complementar la visión anterior dejando de buscar solo el impulso de ciudades más inteligentes para enfocarse en hacer ciudades donde las personas sean más felices.

Relegando la discusión tecnológica para una fase que da respuesta a los requerimientos ciudadanos y sociales, hacia esto han cambiado el proceso las ciudades líderes hoy. La idea del proyecto de Smart City se encuentra encaminado a una visión de política pública donde la participación ciudadana es el centro y la tecnología solo un medio, lo que ha permitido pasar a un foco distinto. Es hora de preocuparnos por cómo ayudamos a nuestra gente a ser más feliz con proyectos tangibles que den respuesta a lo que la ciudadanía pide, no esperando la genialidad de alguien que de la nada acierte.