Las Smart Cities como solución a las crisis sociales

Si nos detenemos a pensar en las funcionalidades y objetivos que proponen las ciudades inteligentes, encontramos que a fin de cuentas el objetivo troncal no es otro que mejorar la vida de las personas adaptando no solo los espacios físicos, sino también la forma de vida y la interacción social para lograr una mayor sostenibilidad ambiental y bienestar poblacional. Atendiendo a este gran objetivo, nos damos cuenta de que los elementos que construyen las ciudades inteligentes son transformadores especialmente ante circunstancias adversas.

El coronavirus ha puesto de manifiesto la necesidad de adaptar las urbes y nuestra forma de vida al entorno digital para prevenir y combatir adecuadamente este tipo de situaciones, sin que suponga una catástrofe mundial en cuestiones de salud y economía. Los ejes principales de las acciones que enfocan las Smart Cities tienen que ver con movilidad urbana, gestión sostenible de recursos e infraestructura, (siendo fundamentales cuestiones como el alumbrado público y la gestión de la energía), participación del gobierno y la administración pública, seguridad, salud, educación y cultura.

Aunque no estábamos preparados para lo que ha pasado, la reacción mundial en el espectro tecnológico ha sido asombrosa. Hemos comprobado como todo tipo de industrias y personas cualificadas se han puesto al servicio de la sociedad, dejando al margen el factor económico como eje principal del desarrollo de sus actividades, para detener esta pandemia que todavía convive con nosotros. Pero siendo realistas, esto no es más que la punta del iceberg. El cambio climático, la deforestación, el contacto con animales salvajes y otros indicadores van a traer consigo más situaciones como la actual.

Pero, aunque ha sido un golpe inesperado, la situación de emergencia sanitaria está haciendo proliferar y está empujando elementos que harán más sencillo en el futuro el hecho de tener que enfrentarnos a una situación parecida. Los sistemas de análisis de datos en tiempo real, están permitiendo controlar qué puntos del planeta representan los focos más activos, y permiten a los gobiernos tomar decisiones basadas en las evidencias.

Lo mismo ocurre en las ciudades con este tipo de tecnologías: la recopilación de datos a gran escala logra acciones inminentes sobre tráfico, movimiento de personas, ruido, calidad del aire, contaminación o energía entre otros elementos. Así nos encontramos los ciudadanos interactuando con el entorno digitalizado de las ciudades, o Smart Cities.

En la transformación urbana que estamos viviendo, todos los elementos son importantes a la hora de prevenir o combatir una situación crítica como una pandemia. Por ejemplo, ya hay países que están contemplando que en los focos de alumbrado público que iluminan las calles, se puedan añadir medidores y sensores para identificar en qué puntos hay mucha afluencia de personas o si hay ciudadanos con síntomas de la enfermedad en el área. El alumbrado público puede ponerse por tanto al servicio de la prevención, ya que garantizaría el anonimato de los sujetos, cubre toda la mancha urbana y tiene acceso a la energía permanentemente.

El incremento de robots e inteligencia artificial ya es una tendencia instaurada en las nuevas sociedades. Está resultando de lo más útil tanto para evitar el contagio en el ámbito sanitario como para la “vuelta a la normalidad”, ya que estamos viendo robots en ambientes tan dispares como el hospitalario o la hostelería.

La digitalización de procesos ha sido imprescindible también para crear una sinergia de teletrabajo que no solo ha permitido que no se derrumben las economías por completo, sino que ha expuesto un panorama a futuro en el que no vamos a necesitar que la mayoría de las personas asistan presencialmente a su puesto de trabajo. A su vez, el internet de las cosas proporciona información sobre la movilidad en las ciudades y entornos urbanos en general sin invadir la privacidad de los usuarios, pero proporcionando multitud de datos que son utilizados por empresas y gobiernos para adelantarse a las consecuencias de los siguientes pasos del virus.

En resumen, las nuevas tecnologías y la optimización de recursos que impulsa la filosofía de las ciudades inteligentes dotarán a los espacios urbanos de mayor seguridad frente a situaciones como la que estamos viviendo, y permitirán que las economías sigan adelante. Para ello, hay que seguir invirtiendo en I+D y actualizando procesos para empezar a resolver los problemas del XXI con herramientas del mismo.

Como apuntaba Alejandro Pazos, CTO y director de Nuevos Negocios de Microsoft Argentina, «a medida que las interfaces se integren en el ambiente y las podamos controlar mediante la voz, la mirada y los gestos dejaremos de ver los dispositivos. Habrá tecnologías cada vez más invisibles que estarán presentes en diferentes aspectos de la vida personal y laboral de las personas”.