Las crisis energéticas han ido estrechamente ligadas a la falta o el consumo desmesurado de recursos naturales, lo que ha puesto el foco de atención en cómo conservarlos y utilizarlos de una manera racional para no agotar la riqueza natural.
El agua potable es uno de los recursos más afectados por diferentes tipos de industria (como la agricultura masiva o el extractivismo) y el factor determinante para un correcto desarrollo de la vida, por lo que cuidarla es una prioridad en todos los rincones del planeta. Las energías renovables también tienen proyectos encaminados a fomentar que esto suceda. La producción de agua apta para el consumo se está viendo incentivada por el uso de las energías limpias, lo que tiene sentido cuando entendemos que la demanda de agua y energía seguirá subiendo debido al aumento constante de la población mundial y por ende, la evolución de los patrones de consumo.
El agua y la energía van totalmente de la mano y, como recogen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), debemos conservarla y utilizarla con cautela. Este hecho se vuelve más complicado en lo que a núcleos urbanos muy poblados se refiere. El rápido crecimiento poblacional y de infraestructuras en un determinado ecosistema ejerce una presión acelerada en los recursos naturales. Más aún si las ciudades siguen utilizando los sistemas tradicionales de energía e infraestructuras obsoletas para el uso y el transporte del agua.
Lo que en este momento llamamos el nexo agua-energía se refiere a la interdependencia que tiene un recurso del otro de tal manera, que el agua resulta necesaria para producir y transportar muchas formas de energía, y la energía está presente en la extracción, tratamiento y recogida del agua. Contar con formas sostenibles que nos permitan optimizar el uso de los recursos hídricos y evitar el despilfarro, así como de energías renovables para que este proceso no genere contaminación, es de vital importancia en el proceso de transformación del modelo energético y de consumo hacia uno más sostenible.
El nexo agua-energía se refiere a la interdependencia que tiene un recurso del otro de tal manera, que el agua resulta necesaria para producir y transportar muchas formas de energía, y la energía está presente en la extracción, tratamiento y recogida del agua.
Las crisis como las climáticas, alimentarias, energéticas e incluso las financieras, tienen que ver con esta relación de agua y energía. Por lo general, las regiones que carecen de infraestructura de saneamiento tampoco tienen buena conexión eléctrica comprometiendo el sustento y la salud de multitud de personas. Muchas ciudades de países desarrollados también tienen déficits en este tipo de infraestructuras públicas que, como resultado, alumbran desde colectivos sociales, industriales y políticos acciones que fomentan la sostenibilidad de los recursos, la economía circular y el cuidado del medio ambiente con base en el uso de las energías renovables.
Por ejemplo, uno de los principales retos que enfrenta la reutilización del agua y su tratamiento es la gran cantidad de energía que se necesita para tal fin. Utilizando energías renovables como la solar, la eólica o la geotérmica por nombrar las más utilizadas, se aminora esta preocupación del gasto energético y se consigue llevar agua limpia de forma sostenible cada vez a más regiones.
Las energías renovables están presentes en los procesos de descarbonización más importantes y facilitan el uso y acceso de los recursos a personas que antes no contaban con ellos. Una de las razones por las que el pilar principal donde descansa la transformación energética y el desarrollo sostenible, así como la creación de ciudades inteligentes, es la mejora de la calidad de la vida humana para todos los habitantes del planeta.