Las comunidades solares dejan obsoleta la red energética convencional

Son muchas las empresas que gracias al impulso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU se han propuesto la meta de cero emisiones para el 2050. Si sumamos este hecho a la realidad energética compuesta por la crisis del petróleo derivada del covid-19 y el auge imparable de las renovables a precios competitivos, nos encontramos ante la nueva realidad en lo que a energía se refiere.

España ha estrenado este año la primera comunidad solar de la mano del programa de Repsol Solarmatch. Este proyecto de la compañía energética se ha propuesto colonizar los tejados de los edificios de las comunidades con placas solares para producir energía renovable en un modelo híbrido, ya que también los usuarios estarán conectados a la red eléctrica.

Lo interesante de este modelo es que la energía que no se utiliza se devuelve a la red con una compensación para el usuario, lo cual va a suponer que el consumo energético de hogares y edificios en general sea 100% energía limpia y renovable procedente del sol, ya que la energía vertida a la red convencional también resultará procedente de las células fotovoltaicas.

Este tipo de proyectos evidencian la importancia de la innovación tecnológica y energética como motores de la recuperación económica en la que estamos inmersos. Además, suponen el inicio del cambio de paradigma o evolución que tiene que vivir el sector industrial en general para que no colapsen los recursos naturales ni la economía global. También favorecen la equidad social ya que los costos energéticos se ven disminuidos y las instalaciones resultan menos tediosas en infraestructura, lo que las acerca a lugares que hasta ahora apenas gozaban de electricidad.

La tendencia Solmatch está teniendo muy buenos resultados ya que desde su estreno este mismo año ya se han generado 35 comunidades solares y se estima que 720 toneladas de emisiones de CO2 puedan ser evitadas cada año con este sistema. Otra de las ventajas es que la propia compañía se hace cargo de la instalación y el mantenimiento de las células fotovoltaicas, por lo que se vuelve más accesible para la comunidad.

Acercar la energía solar a todos los espectros sociales (negocios, urbanos, particulares) es vital para la revolución verde. Con este tipo de planes incluso los edificios que no disponen de un tejado adecuado para la instalación fotovoltaica se pueden beneficiar de las ventajas de las renovables, ya que una instalación solar puede abastecer también a los edificios colindantes con un alcance de hasta 500 metros.

Además, cabe destacar que en cuestiones de desarrollo sostenible no se puede desacelerar en este momento. Revertir la contaminación que genera el consumo energético va de la mano con la reducción del calentamiento global y la reducción de importación energética, promoviendo el autoconsumo de recursos y evitando las especulaciones en los precios de compraventa. Por otro lado, también se reduce el precio general de la electricidad, lo que va a permitir a todos los usuarios ahorrar en sus facturas a la vez que contribuyen a paliar el cambio climático.

Queda abierto el camino hacia la generación distribuida de energía a través de comunidades solares en entornos urbanos. Un sistema aplicable en cualquier país que asegura un suministro sin interrupciones ni límites de consumo, más sostenible y sin emisiones.