Los inversores de corriente resultan piezas clave en las instalaciones solares de todo tipo, y tienen una considerable relevancia a la hora de garantizar una correcta optimización del sistema energético. Este dispositivo es el encargado de transformar la energía almacenada en las baterías a un voltaje adecuado como el que se dispone en las viviendas particulares y establecimientos varios. De esta forma, la instalación fotovoltaica es capaz de resolver la demanda de energía de todos los aparatos eléctricos de uso doméstico.
En este contexto, se entiende que no todos los hogares tienen las mismas necesidades y por ende, el inversor tiene que ir ajustado a dicha necesidad o demanda. Por este motivo, encontramos en el mercado dos tipos de inversores. Los de onda pura y los de onda modificada.
El inversor de onda modificada es un sistema adecuado para una demanda energética más o menos reducida. Este inversor simula de forma electrónica una onda de corriente que genera una onda cuadrada suficiente para abastecer dispositivos electrónicos de baja demanda como televisores, cargas de teléfonos, iluminación doméstica y en general todo tipo de aparatos eléctricos de uso doméstico.
El rango de abastecimiento de este tipo de inversores va aproximadamente desde los 300W en modelos muy pequeños pero eficientes, hasta otros de 2.000W. Los inversores de onda modificada más demandados están comprendidos entre los 600W y los 1.000W.
Los inversores de onda pura a diferencia de los anteriores, si generan una onda de corriente muy precisa y de alta calidad. Están diseñados para abastecer todo tipo de aparatos electrónicos cubriendo demandas energéticas más amplias. Son adecuados para alimentar aparatos más exigentes como puedan ser grandes electrodomésticos motorizados como lavadoras o refrigeradores, y los que tienen una electrónica considerada sensible como las bombas de agua.
Este tipo de inversores producen una corriente de muy alta calidad superando en muchos casos incluso la que llega comúnmente a los hogares a través de la red eléctrica convencional. Este dato es determinante a la hora de afirmar que los aparatos conectados a las instalaciones solares que contienen uno de estos elementos, resultan tener una mayor eficiencia, tienen un mejor funcionamiento por la calidad de la electricidad que reciben y por tanto aumentan su vida útil ya que su trato es más óptimo.
El rango de potencia de los inversores de onda pura, también conocidos como inversores sinodales, oscila entre los 300W hasta los 4.000, pero los más utilizados tienen que ver con potencias iguales o superiores a los 1.500W. Comúnmente son utilizados en instalaciones relacionadas al autoconsumo en viviendas y casas independientes como granjas o casas rurales.
Para escoger el sistema adecuado hay que tener en cuenta primeramente que independientemente del modelo elegido, hay que dejar un margen de potencia. Esto significa que lo adecuado es que el inversor trabaje a un rendimiento aproximado del 70% para evitar problemas de sobrecarga y contar con un margen de actuación. Si tenemos una demanda de potencia requerida por varios electrodomésticos de 1.300W es más recomendable utilizar uno de 2.000 que de 1.500 para evitar riesgos.
Otro factor importante es no utilizar un inversor ni muy superior ni por supuesto inferior a la demanda requerida por el entorno a alimentar energéticamente. Si se utiliza un inversor muy superior a lo que se necesita se corre el riesgo de que gran parte de la energía generada por el sistema de placas fotovoltaicas sea consumida por el aparato, ya que funciona en un modelo de autoconsumo propio de electricidad.