La privacidad de datos en los smart buildings y nuevos vehículos

La recogida de datos es un factor que se encuentra presente en todos los dispositivos que están conectados a la red, desde electrodomésticos, ordenadores y móviles, coches o edificios inteligentes. Muchas personas no son conscientes de la cantidad de datos sobre hábitos de consumo que se transforman finalmente en medidores de estilos de vida y patrones sociales que se recogen, o para qué sirven, mientras que otras están en el otro extremo totalmente alarmadas por lo que esto pueda suponer.

Arrojar luz sobre la privacidad de datos nos ayuda a comprender mejor qué exigencias debemos tener con las entidades y corporativos que recogen nuestra información personal, y saber cómo la tratan, otorga una posición de poder como consumidores.

En el campo de la movilidad y de los edificios inteligentes, los datos que se recogen tienen que ver con el consumo energético, los hábitos, las horas que dedicamos a estar en casa o en la oficina, o la conducción eficiente. Pero también pueden definir cuántas personas viven en una casa, su sexo y aficiones, cuánto tardan en llegar al trabajo, y un sinfín de predicciones que pueden comprometer nuestra vida privada.

Imaginemos que estos datos solo se utilizaran para mejorar la seguridad física y la eficiencia energética evitando así la mayoría de los accidentes, disminuir la contaminación, mejorar la comodidad y facilitar el trabajo de mantenimiento tanto para vehículos como para edificios inteligentes, reduciendo los costos para el consumidor final.

A grandes rasgos esos son sin duda los principales objetivos de instalar innumerables sensores en todo tipo de dispositivos convirtiéndolos en grandes centros de datos. Los vehículos y los edificios están ganando popularidad en este terreno y recogen gran cantidad de información creando entornos hiperconectados, que almacenan datos sobre nuestro día a día.

No es del todo falso que, en muchas ocasiones se pasa por alto eso de la confidencialidad y la ética para el manejo de tal información, ya que la privacidad consiste no solamente en proteger los datos sino en cómo se recogen y procesan. Ya es habitual encontrar cámaras en las zonas comunes de muchos edificios o contadores inteligentes que miden el consumo de cada vivienda que están conectados por internet a los centros de control de las empresas proveedoras de energía, dándoles acceso a los patrones de comportamiento de los inquilinos de cada piso.

Arrojar luz sobre la privacidad de datos nos ayuda a comprender mejor qué exigencias debemos tener con las entidades y corporativos que recogen nuestra información personal, y saber cómo la tratan, otorga una posición de poder como consumidores.

En el caso de los vehículos ocurre lo mismo. Los distribuidores y fabricantes tienen acceso a patrones de movilidad, consumo y localizaciones entre otros. A esta información hay que sumarle el comportamiento de los usuarios en las redes sociales y el cruce con otras bases de datos como compañías telefónicas o franquicias, para obtener una radiografía precisa y completa de todo lo que hace y consume una persona.

El problema reside en que los proveedores y promotores de servicios, podrían llegar a utilizar estos perfiles para determinar qué nos van a ofrecer y a qué precio. Las garantías y los precios podrían variar dependiendo de las estrategias empresariales perjudicando a determinadas personas que entienden que pagan más por el mismo servicio simplemente porque dicho servicio ha subido de precio por diferentes factores cuando no es así. Para la movilidad de uso particular puede ocurrir algo parecido. Las compañías de seguros pueden generar pólizas inteligentes dependiendo de los hábitos de consumo, gastos y patrones de conducción de cada persona ya que los coches y motocicletas modernos están recogiendo nuestros datos y los del vehículo de manera constante.

Por estas y otras razones, la privacidad de datos ha de estar presente desde el diseño, montaje o fabricación de un producto o sistema, a fin de no comprometer la información sensible de una persona ni utilizarla de manera ilícita. Como consumidores finales, debemos exigir políticas más definidas para el tratamiento de datos y transparencia para las empresas que gestionan esa información que al fin y al cabo, es personal y de nuestro ámbito privado.