Inspirados en la fabricación de cemento, donde la caliza se convierte en óxido de calcio en hornos a altas temperaturas, el equipo de Stanford logró acelerar el proceso natural de meteorización de los silicatos, que normalmente tarda siglos en absorber CO2. Este nuevo proceso utiliza un intercambio iónico simple que convierte minerales de silicato de baja reactividad en materiales altamente eficaces para capturar carbono. Una ventaja de este método es su baja demanda de energía en comparación con otras tecnologías de captura directa de aire.
La escalabilidad de esta tecnología es crucial. Se podrían esparcir estos minerales sobre grandes superficies de tierra para capturar CO2 del aire, y una aplicación prometedora es su uso en suelos agrícolas, donde además de capturar carbono, podrían mejorar la fertilidad del suelo.
Actualmente, el laboratorio de Kanan produce unos 15 kilogramos de material a la semana, pero para lograr una reducción significativa del CO2 atmosférico, sería necesaria una producción a gran escala. Los investigadores sugieren que los hornos utilizados en la fabricación de cemento podrían adaptarse para producir estos materiales a gran escala, utilizando minerales comunes como la olivina y la serpentina.
Para hacer el proceso aún más sostenible, Kanan colabora con el profesor de ingeniería eléctrica Jonathan Fan para desarrollar hornos impulsados por electricidad en lugar de combustibles fósiles, lo que reduciría las emisiones asociadas a la producción de estos minerales reactivos.